Espíritus del Agua

viernes, 31 de agosto de 2012

Capítulo 5



5

<<Revelación>>


- ¿Lo has conseguido? -
- Si. Aquí lo tienes -

Inclinándose, la lágrima de cristal fue hacia las manos de Lady Catte, aferrándola con fuerza con sus manos. Sonrió, como si su vida dependiese de esa simple lágrima; la esencia del dragón del agua Cristal. 



En el Gran Templo, la noticia de la destrucción de la Caverna Suou hizo furor en todos los rincones. Paul, Andrew y Ginnevra recibieron una gran bienvenida por parte de los aspirantes y de los domadores, pero de los Oráculos no. Estaban preocupados por lo ocurrido, y más por las consecuencias que conlleva al robo de la esencia del dragón. El Primer Oráculo fue quién les recibió al trío, y les pidió una explicación de todo, de quién era aquella chica, del combate con la criatura celestial y del robo de la esencia. Los tres, guiados por el Primer Oráculo, que no paraba de mirar a Ginnevra con rabia, iban hacia la torre principal, donde los cuatro Oráculos se reúnen para evaluar las misiones de todos los aspirantes. La entrada de la torre estaba custodiado por cuatro armaduras vivientes, que se inclinaron al instante de ver al Oráculo. Las armaduras abrieron las grandes puertas de la torre, y les dejo paso a Paul y compañía. Una luz cegadora, de un tono granate, iluminaba toda la torre principal. Cuatro tronos de cristal rodeaba a un pequeño cuenco de agua, tierra, fuego y aire, en donde se podía ver cualquier parte del universo. Allí estaba Gee, con preocupación interna y de brazos cruzados, mirando a los tres con inquietud. A su lado, estaba el trono vacío, y más a la derecha, estaba el Tercer Oráculo, que su larga cabellera blanca brillaba con aquella luz granate. Vestía con un traje de seda, que se le podía apreciar su piel a simple vista. Con un aireo de muñeca, hizo cerrar la puerta con un pequeño ardor en su dedo índice. Estaba claro; el Tercer Oráculo era el Señor del Espíritu de Fuego

- Bien, ¿estáis los tres, no? - pregunto el Tercer Oráculo, que se incorporó para ver mejor a los chicos - Vaya, Ginnevra, veo que siempre estás cuando menos me lo espero... -
- Lo mismo digo, creía que no vería más esa cara de asesino... -
- ¡Ginnevra! - exclamo Gee - Por favor... no muevas a los muertos en un momento crucial como lo que está pasando. Han robado una esencia, quedan dos... ¿sabes lo que supone si esa chica tomase las tres lágrimas? -
- Si, señora... - Ginnevra agachó la cabeza -
- Perdón, pero Andrew y yo no nos enteramos de nada... ¿que está pasando aquí? -

Se creó un silencio perturbador entre todos, y las miradas iban directas a Ginnevra y al Tercer Oráculo.

- Ginnevra, era la hija de El Primer Oráculo, quién murió en un accidente por proteger las esencias del dragón de Agua -
- ¿Hija del Primer Oráculo? - Andrew miro a su compañera de sorpresa, jamás pudo imaginarse que ella sería hija del pasado Oráculo, pero gracias a eso, entendía un poco más de ella y las disputas con el Primer Oráculo desde el primer día que sus miradas se cruzaron - ¿Y lo que robaron, era esa esencia? -
- Si - asintió Gee - Reuniendo esas tres esencias, el poder del agua se descontrolaría, causando una destrucción a toda la península Cristal... - dijo preocupada - Y algo me dice que los problemas del pasado están volviendo... -

Hacía diez años, todo el universo corrió un gran peligro; estuvo apunto de desaparecer. Un Domador de Agua decidió, por así decirlo, contener los cuatro elementos en su cuerpo a raíz de las esencias, pero una luz de esperanza, proveniente de El Gran Templo, hizo que los planes de ese domador perecieran en el intento. Entre ellos los padres de Ginnevra, que uniendo fuerzas con los otros mayores, expulsaron del cuerpo del Domador los cuatro elementos, y su cuerpo quedó sepultado en un lugar del universo que desconocen todos, solo los Oráculos conocen la prisión de aquel domador. Paul había escuchado esa historia a boca de su difunto padre, explicándole que fueron tiempos difíciles para todos...


- Por eso os hemos llamado a los tres - saltó el Tercer Oráculo - Ginnevra, tu eres la única que nos puede ayudar... -

- ¿Yo? - ella se señaló - Lo siento, pero no soy ninguna domadora, ni siquiera he podido detener que robasen la esencia... -
- Pero conoces la ubicación de las otras dos, ¿no? - insinuó Gee, afirmándola después Ginnevra - 
- Si... - masculló - ¿Y que quieres que haga, yo? -
- Vosotros - recalcó el Tercer Oráculo - Recuperaréis esas esencias antes que esa chica... -
- Pero si recuperamos las dos esencias restantes, se derrumbará el lugar como pasó en la caverna - añadió Ginnevra - Además, aquí el único que controla su elemento es Andrew... -
- ¡ME DA IGUAL! - grito el Oráculo - Ginnevra, tu has vuelto al Gran Templo por un motivo, y me imagino cuales son... -

Ginnevra asintió, y abandonó la torre principal al instante. Paul y Andrew quedaron allá hasta que Gee le pidió de que se fuesen. Ambos muchachos salieron de la torre y siguieron a Ginnevra por todo el pasillo en completo silencio. Nadie quería hablar, ni siquiera ella para explicar la situación actual. Solo tenía dos cosas en mente. Las dos esencias del dragón de agua.

- ¿Y por donde empezamos? - pregunto Paul - 
- Vosotros os quedaréis en el Gran Templo; ya me ocuparé yo sola - comentó - ¿O no recordáis que os dije que no quería carga pesada en mi espalda? -
- Pero somos amigos... - añadió Andrew -
- Claro Drew, claro... - dijo - Hasta la vista -




A lo largo de la mañana, Paul y Andrew se quedaron en el Gran Jardín a la espera de que Ginnevra volviese, pero ya llevaba fuera media mañana. Los últimos acontecimientos dejaron a los dos amigos en un punto y aparte, no pintaban nada excepto Ginnevra, que se anda guardando un as bajo la manga para esta situación tan peliaguda. Después, el hecho de que Andrew controlara dos elementos; el agua y el fuego, un tema delicado que Paul quiso comentar.

- Me he dado cuenta de una cosa, sobre tu espíritu - 
- ¿El de la ceremonia? -
- Si... tus manos ardían, pero posees un espíritu del agua... - resumió -  ¿Cómo puede ser posible?, tienes pánico al fuego como vi en Alameda, pero lo controlas sin ningún problema -
- Lo se... es imposible, ¿no? -
- ¿Imposible?, que dices.... mi padre me contó que, existe unos tipos de Domadores muy diferentes a los de ahora... que controlan... dos elementos contrarios entre si -
- ¿Uh?, ¿como tierra, aire? ¿agua y fuego?, ¿fuego y tierra?... -
- ¡Si!, esos llamados Domadores Divergentes - saltó - Existen muy pocos en el mundo, todos fueron asesinados o desaparecieron en la pasada guerra... -
- Así que un Divergente, ¿eh? -

Ante ellos se presentó Gee que había escuchado la conversación muy pendientemente.

- ¿Así que es verdad eso?, ¿que controlas el agua y el fuego? - 
- Si... - asintió Andrew con temor a ser lapidado o algo peor... - 
- Andrew, ¿de donde vienes? -
- Aldea Loja -
- La aldea en llamas... - mascullo - Eso es interesante, hacía tiempo que no veía ningún joven de la Aldea Loja hasta hoy... creía que todos sus habitantes padecieron en el incendio de hace años -
- Mis dos hermanos mayores y yo somos los únicos jóvenes... - 





Ciudad de Buja, la ciudad en donde comenzó todo, el lugar donde el destino de muchos aspirantes a domadores de agua abandonaron su hogar. Ginnevra regresó a caminar por sus calles, pero sola, como la última vez. Era media mañana y las calles de la ciudad estaba abarrotadas de muchos niños y niñas que corrían y jugaban desconociendo lo que podía avecinarse. Ginnevra estaba ahí por una razón, y es que la segunda esencia del dragón se encontraba bajo los suelos de la ciudad. Ella sabía donde se encontraba, pero el acceso era muy peligroso. Existe un único camino sellado por un poderoso encantamiento, que únicamente los Domadores podrían anularlo en un abrir y cerrar de ojos. Ginnevra no se preocupó hasta el momento de estar frente al sello mágico. Una gran estrella de cinco puntas, rodeado de unas cadenas, bloqueaban el acceso a una abertura en el suelo.

- Lo intentaré... - suspiró -

Ginnevra se arrodilló y posó ambas manos en el dibujo. Con unas simples palabras en otro idioma, sus manos se prendieron de una energía azul que brillaba con intensidad; pero el sello la expulsó. Su cuerpo paró a casi dos metros. Ginnevra se levantó y siguió insistiendo. Nada; de nuevo expulsada.

- ¿Necesitas ayuda? -
- ¿Eh?.... ¡Fuller! - exclamo - ¡Hacía tiempo que....! ¿Eh? -
- Hola... - saludo Sarah - Vaya Fuller, ¿conoces a esa chica? -
- Si. - asintió - Hola Ginnevra, ha pasado mucho tiempo... -
- ¡Fuller!; ¿que haces con ella?, ¿sabes lo que ha hecho?... -
- ¡Oh claro que si lo sabe! - exclamo Sarah - Fue él quién consiguió la reliquia para encontrar las esencias, y mira que casualidad, nos ha traído aquí, hasta ti - 
- No... - Ginnevra empuñó su lanza - No os dejaré entrar - 
- ¡Racknor! - grito Fuller -

Una ráfaga de aire golpeó con fuerza a Ginnevra y la elevó del suelo , amarrando todas sus extremidades con fuerza. Sarah inundó el lugar con una fuerte carcajada, mientras que Fuller caminaba hacia el sello mágico. Él posó sus manos y cerró los  ojos, y una energía violeta brotó de sus manos hasta que las cadenas explotaron en mil pedazos. Sarah le apartó, y entró en el interior de la abertura en el suelo, donde unas escaleras de piedra llevaban a las profundidades. Ginnevra, inmóvil, lloraba de dolor; pero más de decepción al ver a Fuller en ese ámbito. 

- Fuller... ¿por qué? -
- Lo siento - 

Chascó los dedos, y las correas de aire que la agarraban, la apretaron cada vez más fuerte.



Capítulo dedicado a ''La Leyenda'' por el ánimo y las ganas que me da para seguir escribiendo; a Noemi, que le deseo mucha suerte en su examen, y a la loca de Saruchi y su locura de matar gente, ¡ah!, y sobre todo a Yary por su magnifica foto de Espiritus del Agua :), y a 'Simplemente yo', ¡GRACIAS!

2 comentarios:

  1. Me ha encantado :))
    Tengo ganas de leer ya el siguiente. ¿Cuántos capítulos tendrá el primer libro?

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  2. Muchas gracias por la dedicatoria ^^ Estoy superfeliz.
    En cuanto al capítulo me he quedado O.O quiero leer el siguente!! Jeje me encanta Andrew. Molaría ser una divergente jeje. Tengo curiosidad sobre el tercer oráculo...
    Bueno dejo de escribir que si no te dejo un testamento,
    Saludos,
    La leyenda

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