Espíritus del Agua

viernes, 31 de agosto de 2012

Capítulo 5



5

<<Revelación>>


- ¿Lo has conseguido? -
- Si. Aquí lo tienes -

Inclinándose, la lágrima de cristal fue hacia las manos de Lady Catte, aferrándola con fuerza con sus manos. Sonrió, como si su vida dependiese de esa simple lágrima; la esencia del dragón del agua Cristal. 



En el Gran Templo, la noticia de la destrucción de la Caverna Suou hizo furor en todos los rincones. Paul, Andrew y Ginnevra recibieron una gran bienvenida por parte de los aspirantes y de los domadores, pero de los Oráculos no. Estaban preocupados por lo ocurrido, y más por las consecuencias que conlleva al robo de la esencia del dragón. El Primer Oráculo fue quién les recibió al trío, y les pidió una explicación de todo, de quién era aquella chica, del combate con la criatura celestial y del robo de la esencia. Los tres, guiados por el Primer Oráculo, que no paraba de mirar a Ginnevra con rabia, iban hacia la torre principal, donde los cuatro Oráculos se reúnen para evaluar las misiones de todos los aspirantes. La entrada de la torre estaba custodiado por cuatro armaduras vivientes, que se inclinaron al instante de ver al Oráculo. Las armaduras abrieron las grandes puertas de la torre, y les dejo paso a Paul y compañía. Una luz cegadora, de un tono granate, iluminaba toda la torre principal. Cuatro tronos de cristal rodeaba a un pequeño cuenco de agua, tierra, fuego y aire, en donde se podía ver cualquier parte del universo. Allí estaba Gee, con preocupación interna y de brazos cruzados, mirando a los tres con inquietud. A su lado, estaba el trono vacío, y más a la derecha, estaba el Tercer Oráculo, que su larga cabellera blanca brillaba con aquella luz granate. Vestía con un traje de seda, que se le podía apreciar su piel a simple vista. Con un aireo de muñeca, hizo cerrar la puerta con un pequeño ardor en su dedo índice. Estaba claro; el Tercer Oráculo era el Señor del Espíritu de Fuego

- Bien, ¿estáis los tres, no? - pregunto el Tercer Oráculo, que se incorporó para ver mejor a los chicos - Vaya, Ginnevra, veo que siempre estás cuando menos me lo espero... -
- Lo mismo digo, creía que no vería más esa cara de asesino... -
- ¡Ginnevra! - exclamo Gee - Por favor... no muevas a los muertos en un momento crucial como lo que está pasando. Han robado una esencia, quedan dos... ¿sabes lo que supone si esa chica tomase las tres lágrimas? -
- Si, señora... - Ginnevra agachó la cabeza -
- Perdón, pero Andrew y yo no nos enteramos de nada... ¿que está pasando aquí? -

Se creó un silencio perturbador entre todos, y las miradas iban directas a Ginnevra y al Tercer Oráculo.

- Ginnevra, era la hija de El Primer Oráculo, quién murió en un accidente por proteger las esencias del dragón de Agua -
- ¿Hija del Primer Oráculo? - Andrew miro a su compañera de sorpresa, jamás pudo imaginarse que ella sería hija del pasado Oráculo, pero gracias a eso, entendía un poco más de ella y las disputas con el Primer Oráculo desde el primer día que sus miradas se cruzaron - ¿Y lo que robaron, era esa esencia? -
- Si - asintió Gee - Reuniendo esas tres esencias, el poder del agua se descontrolaría, causando una destrucción a toda la península Cristal... - dijo preocupada - Y algo me dice que los problemas del pasado están volviendo... -

Hacía diez años, todo el universo corrió un gran peligro; estuvo apunto de desaparecer. Un Domador de Agua decidió, por así decirlo, contener los cuatro elementos en su cuerpo a raíz de las esencias, pero una luz de esperanza, proveniente de El Gran Templo, hizo que los planes de ese domador perecieran en el intento. Entre ellos los padres de Ginnevra, que uniendo fuerzas con los otros mayores, expulsaron del cuerpo del Domador los cuatro elementos, y su cuerpo quedó sepultado en un lugar del universo que desconocen todos, solo los Oráculos conocen la prisión de aquel domador. Paul había escuchado esa historia a boca de su difunto padre, explicándole que fueron tiempos difíciles para todos...


- Por eso os hemos llamado a los tres - saltó el Tercer Oráculo - Ginnevra, tu eres la única que nos puede ayudar... -

- ¿Yo? - ella se señaló - Lo siento, pero no soy ninguna domadora, ni siquiera he podido detener que robasen la esencia... -
- Pero conoces la ubicación de las otras dos, ¿no? - insinuó Gee, afirmándola después Ginnevra - 
- Si... - masculló - ¿Y que quieres que haga, yo? -
- Vosotros - recalcó el Tercer Oráculo - Recuperaréis esas esencias antes que esa chica... -
- Pero si recuperamos las dos esencias restantes, se derrumbará el lugar como pasó en la caverna - añadió Ginnevra - Además, aquí el único que controla su elemento es Andrew... -
- ¡ME DA IGUAL! - grito el Oráculo - Ginnevra, tu has vuelto al Gran Templo por un motivo, y me imagino cuales son... -

Ginnevra asintió, y abandonó la torre principal al instante. Paul y Andrew quedaron allá hasta que Gee le pidió de que se fuesen. Ambos muchachos salieron de la torre y siguieron a Ginnevra por todo el pasillo en completo silencio. Nadie quería hablar, ni siquiera ella para explicar la situación actual. Solo tenía dos cosas en mente. Las dos esencias del dragón de agua.

- ¿Y por donde empezamos? - pregunto Paul - 
- Vosotros os quedaréis en el Gran Templo; ya me ocuparé yo sola - comentó - ¿O no recordáis que os dije que no quería carga pesada en mi espalda? -
- Pero somos amigos... - añadió Andrew -
- Claro Drew, claro... - dijo - Hasta la vista -




A lo largo de la mañana, Paul y Andrew se quedaron en el Gran Jardín a la espera de que Ginnevra volviese, pero ya llevaba fuera media mañana. Los últimos acontecimientos dejaron a los dos amigos en un punto y aparte, no pintaban nada excepto Ginnevra, que se anda guardando un as bajo la manga para esta situación tan peliaguda. Después, el hecho de que Andrew controlara dos elementos; el agua y el fuego, un tema delicado que Paul quiso comentar.

- Me he dado cuenta de una cosa, sobre tu espíritu - 
- ¿El de la ceremonia? -
- Si... tus manos ardían, pero posees un espíritu del agua... - resumió -  ¿Cómo puede ser posible?, tienes pánico al fuego como vi en Alameda, pero lo controlas sin ningún problema -
- Lo se... es imposible, ¿no? -
- ¿Imposible?, que dices.... mi padre me contó que, existe unos tipos de Domadores muy diferentes a los de ahora... que controlan... dos elementos contrarios entre si -
- ¿Uh?, ¿como tierra, aire? ¿agua y fuego?, ¿fuego y tierra?... -
- ¡Si!, esos llamados Domadores Divergentes - saltó - Existen muy pocos en el mundo, todos fueron asesinados o desaparecieron en la pasada guerra... -
- Así que un Divergente, ¿eh? -

Ante ellos se presentó Gee que había escuchado la conversación muy pendientemente.

- ¿Así que es verdad eso?, ¿que controlas el agua y el fuego? - 
- Si... - asintió Andrew con temor a ser lapidado o algo peor... - 
- Andrew, ¿de donde vienes? -
- Aldea Loja -
- La aldea en llamas... - mascullo - Eso es interesante, hacía tiempo que no veía ningún joven de la Aldea Loja hasta hoy... creía que todos sus habitantes padecieron en el incendio de hace años -
- Mis dos hermanos mayores y yo somos los únicos jóvenes... - 





Ciudad de Buja, la ciudad en donde comenzó todo, el lugar donde el destino de muchos aspirantes a domadores de agua abandonaron su hogar. Ginnevra regresó a caminar por sus calles, pero sola, como la última vez. Era media mañana y las calles de la ciudad estaba abarrotadas de muchos niños y niñas que corrían y jugaban desconociendo lo que podía avecinarse. Ginnevra estaba ahí por una razón, y es que la segunda esencia del dragón se encontraba bajo los suelos de la ciudad. Ella sabía donde se encontraba, pero el acceso era muy peligroso. Existe un único camino sellado por un poderoso encantamiento, que únicamente los Domadores podrían anularlo en un abrir y cerrar de ojos. Ginnevra no se preocupó hasta el momento de estar frente al sello mágico. Una gran estrella de cinco puntas, rodeado de unas cadenas, bloqueaban el acceso a una abertura en el suelo.

- Lo intentaré... - suspiró -

Ginnevra se arrodilló y posó ambas manos en el dibujo. Con unas simples palabras en otro idioma, sus manos se prendieron de una energía azul que brillaba con intensidad; pero el sello la expulsó. Su cuerpo paró a casi dos metros. Ginnevra se levantó y siguió insistiendo. Nada; de nuevo expulsada.

- ¿Necesitas ayuda? -
- ¿Eh?.... ¡Fuller! - exclamo - ¡Hacía tiempo que....! ¿Eh? -
- Hola... - saludo Sarah - Vaya Fuller, ¿conoces a esa chica? -
- Si. - asintió - Hola Ginnevra, ha pasado mucho tiempo... -
- ¡Fuller!; ¿que haces con ella?, ¿sabes lo que ha hecho?... -
- ¡Oh claro que si lo sabe! - exclamo Sarah - Fue él quién consiguió la reliquia para encontrar las esencias, y mira que casualidad, nos ha traído aquí, hasta ti - 
- No... - Ginnevra empuñó su lanza - No os dejaré entrar - 
- ¡Racknor! - grito Fuller -

Una ráfaga de aire golpeó con fuerza a Ginnevra y la elevó del suelo , amarrando todas sus extremidades con fuerza. Sarah inundó el lugar con una fuerte carcajada, mientras que Fuller caminaba hacia el sello mágico. Él posó sus manos y cerró los  ojos, y una energía violeta brotó de sus manos hasta que las cadenas explotaron en mil pedazos. Sarah le apartó, y entró en el interior de la abertura en el suelo, donde unas escaleras de piedra llevaban a las profundidades. Ginnevra, inmóvil, lloraba de dolor; pero más de decepción al ver a Fuller en ese ámbito. 

- Fuller... ¿por qué? -
- Lo siento - 

Chascó los dedos, y las correas de aire que la agarraban, la apretaron cada vez más fuerte.



Capítulo dedicado a ''La Leyenda'' por el ánimo y las ganas que me da para seguir escribiendo; a Noemi, que le deseo mucha suerte en su examen, y a la loca de Saruchi y su locura de matar gente, ¡ah!, y sobre todo a Yary por su magnifica foto de Espiritus del Agua :), y a 'Simplemente yo', ¡GRACIAS!

lunes, 27 de agosto de 2012

Capítulo 4



4

<< La primera misión >>


- ¿Estáis listos? -
- ¡Claro que si! - exclamo Ginnevra con energía -
- Bien, para comenzar la misión, solo tendréis que romper la hoja de vuestra misión elegida. Volveréis al Gran Templo cuando los Oráculos observen y valoren vuestra hazañas, ¿lo habéis entendido? -

Todos asintieron y dieron comienzo su primera misión. Troceando en cinco trozos el papel, cada uno de los integrantes comenzó a desaparecer poco a poco de La Taberna del Dragón. La misión les trasladará hacia la Península Cristal, precisamente en La Caverna Suou, un lugar sagrado para todos los Domadores de Espíritus del Agua. Paul había oído hablar de ese lugar sagrado, y que no muchos podían ir y adentrarse a las cuevas, ya que, según declara la Orden; La Caverna Suou está habitada por algo más que Espíritus del Agua, un ejemplar algo más peligroso para los mismos Domadores. Paul y compañía aparecieron en un abrir y cerrar de ojos frente a una gran cascada con extrañas esculturas de dragón rodeando en círculo la zona. Parecía el edén por lo hermosa que era el agua, y de cómo la vegetación tenía colores vivos. Andrew estaba algo cansado del traslado de la misión, y aún le costaba mantenerse en pie por lo ocurrido anteriormente en Alameda

- ¿Y bien Paul, cual es nuestro cometido?, escogiste tu mismo esta misión... -
- Es sencilla - dice - Únicamente tenemos que ayudar a una joven muchacha... -
- Estas loco - comenta Andrew - Yo no voy a entrar ahí dentro, ¿sabes la fama que tiene la Caverna Suou? -
- Claro... - dijo Paul - Pero es únicamente rescatar a esa chica -
- Oh venga querido Drew - vaciló Ginnevra - Será entrar y salir sin ningún problema -
- No estoy muy convencido... ¿sabes las criaturas que puede encontrarse ahí dentro? - 
- Pues si no entramos no podremos saberlo - rió Ginnevra marcando el camino -

La entrada a la caverna se hallaba detrás de la cascada, un gran portalón de casi veinte metros de altura y en forma ondulada. Parecía una gran boca de una feroz bestia, pero más inquietante era el olor que provenía de su interior. La entrada estaba oscura, y el sonido de las gotas al caer era más inquietante aún. Cuando dieron un paso al interior, unas antorchas se iluminaron a sus lados, mientras avanzaban poco a poco por la cueva. El silencio reinaba entre los tres, pero en sus mentes muchas preguntas se formulaban. Cada vez que más se adentraban, las llamas eran más débiles, e incluso el olor más fuerte. Paul se paró un momento al ver más allá un claro de luz. Miro a sus compañeros, pero no se percataron de lo que él veía. Paul lo señaló, y ambos visualizaron en la oscuridad y lo vieron.

- Luz al final del túnel... - comenta Ginnevra - ¿Contento Drew?, ya saldremos de aquí -
- Déjale - rió Paul - Continuemos más hacia adelante, y veamos lo que... es... -

Una música se escuchó desde el fondo, acompañado de un lamento grito que se calló en seco. La melodía de un violín inquieto a Paul y sus compañeros, pero más a las criaturas de la caverna. Varios murciélagos salieron volando, y algunos Espíritus del Agua y de Tierra aparecieron para huir de ahí. Aquella melodía, tan fría y siniestra, despertó el sexto sentido de Andrew. Amarró su espada corta y echó a correr como un condenado hacia la luz.

- ¡Drew espera!, ¿que diantres ha pasado ahora? -
- No lo se, pero no dejemos que esté solo Ginne... -

Echaron a correr tras Andrew.




Aquel claro de luz, tan hermoso y brillante desde la oscuridad, era más que una pequeña charca de agua donde se filtraba desde arriba la luz del sol. Andrew estaba frente a la charca; solo, pero acompañado de la melodía. Miró a ambos lados tan veloz al escuchar algo arrastrarse cerca de él, y notar la presencia de <algo más allá> que le estaba controlando. Andrew dio varios pasos hasta rozar la punta de sus botas la orilla de la charca, un agua tan cristalina que mismamente veía su reflejo sin problema. Mirando su reflejo, vio como una sombra se deslizaba de un lado a otro con gran rapidez, hasta caer de pleno en la charca. Andrew se empapó, y se alejo de la charca al ver una figura retorciéndose en si mismo hasta incorporarse. Era una mujer, o eso era a simple vista. Una criatura celestial; más conocida. Su cuerpo, una larga y hermosa cola de serpiente brillaba con ayuda de las gotas del agua y el brillo del so. Una piel cuyo tacto parece escamoso y grisáceo, y una mirada en blanco con el conjunto de su larga y peculiar cabellera compuesto por pequeñas serpientes que se retorcían como ella al ritmo de la melodía del violín. Andrew quedo fascinado por la hermosa criatura celestial.

- ¡Drew cuidado! - exclamo Ginnevra y Paul al unísono -
- ¿Eh...? -

La criatura celestial, cuál de su boca estaba sellada y sus finos brazos atados, se deslizo rápidamente y pasó al lado de Andrew sin rozarle. Su larga cola azotó fuertemente a Paul en el abdomen, que le expulsó hacia atrás, pero Ginnevra lo esquivó con un movimiento rápido. Deslizó su lanza enseguida y se puso en guardia. Destruir una criatura celestial, teóricamente era imposible, pero posible por una parte. Ginnevra amarró con ambas manos la lanza y corrió hacia ella esquivando su mirada que poco a poco estaba tomando el color grisáceo como la de su piel. Ginnevra notó que esa mirada era su arma, una poderosa arma que no podía escapar nadie; únicamente correr. Andrew en cambio, seguía ahí mirando a la charca. La melodía del violín le inquietaba. Entonces fue, cuando otra sombra cayó a la charca, pero esta vez era una chica, una joven pelirroja que ardía con poder. No dudó ni un momento en dirigirse hacia Andrew con sus manos en llamas.; esta vez el golpe iba a ser muy fuerte para él.

- ¡Yiiah! -

Las llameantes manos de la pelirroja chocaron contra las manos de Andrew, y sus manos también comenzaron a arder. Sarah, retrocedió asombrada. Un hilo de fuego comenzaba a rodear a Andrew como un amigo, como un compañero, como un hermano... el fuego comenzó a ser parte de él, pero también otro elemento más. Otro hilo apareció a su alrededor, esta vez de agua. 

- Eso es imposible... - farfulló Sarah - ¡Criatura Celestial, mátale ya! -

La criatura estaba bajo el dominio de Sarah, y enseguida dejó de perseguir a Ginnevra para ir tras Andrew. El joven se volteó al instante, y tuvo a la criatura a cinco centímetros de él, sintiendo las miradas penetrantes de las serpientes de su cabellera. Agitó su brazo izquierdo con fuerza, y una hoja de fuego le cortó el paso, al igual que parte de su cabellera. La criatura retrocedió, y Andrew, como si estuviese siendo dominado por el fuego y el agua, corrió hacia la criatura con los puños cerrados. En el brazo izquierdo, las furias llamas ardían con furor, y en el brazo derecho, la corriente del agua inundaba su corazón. Andrew tomó impulso y saltó más alto que cualquier humano corriente, y descendió como una estrella fugaz hacia la criatura celestial. Un chorro de fuego y agua salió disparado, y la criatura, gritando de lamentación, desapareció de aquel claro. Andrew sonrió, pero se desplomó al suelo por el agotamiento y el rendimiento al usar tal poder.

- Increíble... - sonrió Sarah - 
- ¡Tu!... - grito Ginnevra, agotada - ¿Quien eres tu? -
- La chica que acabará con tu futuro muy temprano - contestó -

Sarah echó un vistazo. Paul estaba inconsciente por el golpe recibido, y Andrew agotado al igual que Ginnevra; pero no tanto. Sarah les dio la espalda y entró en la charca, precisamente en el centro. De sus manos, apareció una esfera metálica con orificios deformados y profundos; un objeto que Ginnevra conocía bastante bien.

- La reliquia ... - musito - ¿Cómo es que la tienes tú?, tendría que estar en Alameda... -
- Querida, ahora está en mis manos - sonrió -

Ginnevra se acercó un poco más a la charca.

- ¿La vas a poner en funcionamiento?, ¿sabes en que consiste esa reliquia...? -
- Claro que si, querida... ¿te hago un resumen? - Ginnevra no contestó - Oh, bueno... en ese caso... -

Sarah introdujo uno de sus dedos en un orificio y la esfera se prendió con una luz dorada. Comenzó a levitar ya girar a gran velocidad, y algo, bajo la charca, comenzó a temblar. Una gran escultura de piedra emergió de entre el agua. Era un Dragón gigantesco, esculpido a piedra con el más mínimo detalle, y acompañado de pequeños Espíritus del Agua que custodiaban la estatua. Ginnevra reconoció la estatua a simple vista. Era el Dragón Cristal, la misma escultura que vio en la Ceremonia tras atravesar El Portal.

- Es Cristal... - masculla Ginnevra sin comprender lo que ocurría, hasta que reconoció una mirada de egoísmo y poder en los ojos de Sarah - No... otra vez no... -
- Veo que sabes lo que pretendo, ¿eh? - Sarah rió como si todo fuese un simple juego de niños pequeños - 
- ¡Por supuesto!, mis padres lucharon para defender lo que vas a provocar, no te dejaré que cometas los fallos de un pasado de tragedias -

Reñida por la furia, Ginnevra corrió directo hacia Sarah con la lanza en sus manos. Le asestó un fuerte golpe, que únicamente se clavo en la orilla. Sarah sonrió, y con un veloz movimiento de brazos, dejo a Ginnevra arrodillada ante la escultura y la reliquia, que giraba sobre la escultura del dragón.

- Ahora verás con tus propios ojos, ese fallo del pasado que tanto dices... - 
- No por favor... -

Un rayo de luz dorado bañó a la escultura del dragón Cristal, y poco a poco los espíritus del agua abandonaron el lugar rápidamente. La piedra comenzó a agrietarse, hasta destruir la estatua en mil pedazos, revelando así una lágrima echa de cristal. Sarah la tomó entre sus manos y Ginnevra la fulminó con la mirada.

- ¿Así que eso es lo que buscas?,  <Las Tres Esencia del Espíritu del Agua; Cristal>... -


viernes, 24 de agosto de 2012

Capítulo 3


3

<< En llamas >>


La música del violín adormecía a los dos pequeños perros que descansaban frente a un gran trono. La estancia que no estaba iluminada, hacia ceder a los perros a dormir, hasta caer redondos. La música dejó de sonar, y una chica, en mitad de la penumbra, se acerca al trono con el violín en la mano. Una pequeña ráfaga cubre a la chica hasta llegar al trono, donde una pequeña niña apareció enmascarada con una máscara de gato. La mira y la chica se arrodilla, apoyándose en el violín.

- Necesito ayuda, Lady Catte...-





El sol resplandecía mientras se alzaba entre las colinas, iluminando las cuatro grandes torreones de El Gran Templo. Esas torres acogían a todos los aspirantes. Cada torre era ocupada por un elemento. El del norte, el agua lo ocupada; entre ellos Paul, Andrew y Ginnevra. La torre situada al sur estaban los de fuego, al este el de tierra y al oeste el de aire, donde había muy pocos aspirantes. Cada torre era custodiado por uno de los Oráculos, y Gee, la segunda Oráculo, se ocupada de la torre del Agua, aunque su elemento era el Aire.

- ¿Estáis todos? - cuestiono Gee al ver a varios aspirantes medio dormidos en el vestíbulo del torreón - Hoy comienza vuestra formación como Domadores, donde desarrollaréis ese poder interior... -
- ¿Y para eso nos despiertas? - comenta uno de los aspirantes -
- Si quieres quedarte durmiendo en los laureles hazlo, pero no esperes convertirte en un Domador con esa actitud hacia ami, chico - le contesto Gee - Como iba contando... - carraspeó y se aclaro la garganta para explicarle en que consistía su formación - ... para vuestra formación, os dividiremos en grupos de tres, y juntos deberéis de superar las misiones que obtendréis en La Taberna del Dragón -
- ¿Perdón?, ¿Taberna?... - salto una joven de Ciudad de Buja
- Si. El Gran Templo es vuestro hogar, y donde los Oráculos controlaremos vuestros movimientos. Vosotros deberéis salir desde el Gran Jardín e ir hacia el pueblo del norte; Alameda. - explico más detalladamente - ¿Alguna pregunta? -
- Yo - carraspeó Paul - ¿Y cual es la recompensa de esas misiones, puntos...? -
- Experiencia - sonrió ella - Bueno... la formación como Domadores de Agua comienza ya. Buena suerte a todos... -

Gee hizo una reverencia y desapareció por arte de magia. El vestíbulo quedó en completo silencio, y en cuestión de segundos, muchos de ellos salieron a zancadas de la torre para ir hacia Alameda. Paul no estaba seguro de con quién compartir la responsabilidad de superar las misiones, ya que para él, todos eran unos completos desconocidos, a excepción de Andrew y la misteriosa Ginnevra. Quizás formando grupo con ellos, podría convertirse en Domador de Espíritu de Agua; pero ninguno de los dos se encontraban en el vestíbulo, y lo más posible que ya habrán marchado hacia Alameda. Paul subió las escaleras del vestíbulo, fue al dormitorio que lo compartía con todos los chicos, y tomo la daga de su padre consigo. Aún no conocía ningún encantamiento para poder defenderse, pero manejar un arma sabía desde los cinco años; aún recordaba las enseñanzas de su padre. Paúl se guardo la daga en el cinturón y salió corriendo del torreón...

... El Gran Jardín rebosaba tranquilidad, pero las puertas estaban abiertas que llevaba directo a un pequeño camino, muy cerca de un acantilado, para poder ir a Alameda, a cinco minutos de distancia. Paul veía Alameda desde la misma puerta del Gran Jardín. Un gran pueblo que a simple vista era agradable, pero transmitía inquietud, miedo y terror; Paul lo notó en su corazón, o es una sensación que sintió él por la tensión.

- Con esa lentitud, te tocarán las misiones más complicadas... -
- ¿Ginnevra? -

Paul se giro y vio a la joven Ginnevra apoyada sobre una lanza transparente, y a Andrew, detrás de ella, amarrando débilmente una corta espada de hierro en mal estado.

- Pensaba que habíais ido los dos hacia Alameda... -
- Te estábamos buscando - dijo Ginnevra - Bueno, él te estaba buscando para formar el grupo los tres - le explico - Pero no estoy muy convencida; noto que seréis una carga para mi -
- Soy veloz - contestó Paul - Necesitarás velocidad, y Andrew... -
- ... Soy perspicaz - asintió - Además, juntos hemos superado la ceremonia, y se que vale la pena tenerlo en le grupo Ginnevra... y si somos una carga... -
- Os cortaré el cuello en un abrir y cerrar de ojos - sonrió, y echo la marcha hacia Alameda - Así que venga, no hagáis que me arrepienta de esta estúpida decisión -

Ginnevra caminó acelerada, y Andrew por detrás algo torpe. Paul sonrió, y ese palpito de peligro se mantenía aún en su corazón. Corrió detrás de su nuevo grupo, y quién sabe si grandes amigos en un futuro, o no... Paul no conocía muy bien a sus compañeros. Andrew, un chico de la aldea Loja, que le costó cazar su espíritu de agua y de que sus manos emanó fuego; y Ginnevra, la chica que tiene una pequeña trifulca con El Primer Oráculo desde el primer día, pero aún así, Paul confió en ellos desde que sus miradas se chocaron.
Sin percatarse y sumido en sus pensamientos, llegaron a la entrada de Alameda. Rodeado de un colorido paisaje, ante ellos había un arco de piedra donde sostenía un cartel de <<bienvenida>>, que estaba medio colgando y apunto de caerse.

- Menuda entrada - vaciló Ginnevra mientras atravesaba el arco con temor al que el cartel cayese -
- ¿Has estado aquí alguna vez? - preguntó Andrew -
- Creo que te lo dejé claro ayer en la cena, ¿no Drew? - vaciló de nuevo - He estado en un pasado en El Gran Templo, así que en Alameda imagínate... -
- ¡Chicos mirad! - exclamo Paul de repente -

Paul señaló frente a ellos, en el centro de Alameda, se divisaba un humo negro de un incendio, y de fondo se escuchaba gritos en susurros. Ginnevra asintió, extendió su lanza y juntos, corrieron directos a las llamas del centro del pueblo. Paul agarró su daga. La notaba caliente; jamás la había sentido así en lo largo de estos años, y Andrew, que iba más atrás que sus compañeros, le temblaba la muñeca en donde tenía empuñado la espada, y su corazón palpitaba a mil por hora, ¿ya era la hora de mostrar de lo que eran capaces?. Llegaron al centro del pueblo, una gran plaza que estaba sumido en llamas, y en un tono oscuro y rojizo como la sangre brotaba de cada rincón. Alrededor de las llamas se encontraban varios aspirantes del Fuego, que intentaban retener el fuego; pero imposible; y en el otro extremo algunos aspirantes de Aire intentaban ahogar el fuego, pero nada. Ginnevra miró a Paul, y ambos corrieron hacia el centro de las llamas, pero Andrew quedó inmóvil ante las llamas. Su miedo al fuego le retuvo todos sus músculos, y Paul fue quién se dio cuenta cuando no vio a su compañero detrás.

- ¡Espera!, Andrew se ha quedado atrás.... -
- ¿Y?, déjale, tenemos que hacer algo con estas llamas, sino Alameda quedará carbonizada -
- Pero Ginnevra... ¡Ginnevra! -

Ginnevra se perdió entre los demás aspirantes, y Paul retrocedió para atender a Andrew. En su camino, pudo ver como una chica, un poco más mayor que ella, estaba frente a Andrew. De repente, un chico le irrumpió la vista a su amigo y le empujó al suelo, posándole en el cuello una larga hoja que le salió de la manga de su túnica negra que le cubría el cuerpo. Un chico más alto que él le tenía en el suelo, sin saber el por qué.

- ¡Muere! - exclamo -
- ¡Paul! - grito Ginnevra desde lejos -

Antes de que la hoja le atravesara el cuello, la lanza de Ginnevra salió volando directo al asaltante. Se clavó de lleno en su pecho, y retrocedió poco a poco hacia atrás. Paul se incorporó, y vio como aquel hombre comenzaba a convertirse en una banda de pájaros negros. Ginnevra apareció, y retiró la lanza en lo que quedaba de ese ''hombre''. Miró a Paul de arriba abajo. Suspiró.

- Menos mal... ¿y Drew? -
- .... Allí - señaló frente a él, aún atónito de aquella situación -

Andrew seguía ahí con esa chica desconocida. Cuando Ginnevra fue corriendo hacia él, la chica pelirroja desapareció en llamas... y Andrew cayó hacia atrás inconsciente.

- ¡Drew! ¡Drew! -





Una pequeña llama iluminaba el techo. Estaba descamisado, y Ginnevra estaba a su lado. Andrew despertó poco a poco, pero no pudo incorporarse de la camilla.

- ¿Ginnevra? ¿Paul?... ¿que...? -
- Shh... te han echo un simple encantamiento para dormir... estás bien -
- ¿Pero que ha pasado? - Pregunto Andrew -
- Eso quisiéramos saber... - dijo un anciano -

Desde el umbral de la puerta, un anciano entró junto a Paul que sostenía unas sábanas limpias. Andrew se incorporó un poco y sonrió a Paul al verle.

- ¿Que ha pasado? - preguntó Andrew de nuevo -
- Muy simple... una Domadora de Espíritu de Fuego ha incendiado toda la plaza de Alameda, y después esos hombres o cuervos... estaban asesinando a muchos de nosotros -
- Seguramente que un Domador de Espíritu de Aire - añadió Ginnevra -
- Comprendo... - suspiró Andrew  ¿Y donde estamos? -
- ¡Pues en la Taberna del Dragón! - exclamo Paul - ¡Y ya hemos cogido una misión para cuando te recuperes! - sonrió -



El sonido del violín dejó de sonar, y los perros ladraban con fuerza a la chica que se ocultaba tras la penumbra oscura del lugar. Un chico, bajo una túnica negra, dio un paso por ella y se arrodilló a Lady Catte.

- Lo sentimos - dijo -
- Casi os descubren... - masculló Lady Catte - ¿Y que habéis echo con el chico? -
- Un simple encantamiento para dormirle - comento la chica desde el fondo -

Lady Catte suspiró.

- ¿Y con los demás habitantes de Alameda, les habéis matado? -
- Ajam, parte de ellos. Había muchos aspirantes del Gran Templo que los defendían, pero lo suficiente para asustar a esos aldeanos de mala muerta - contestó el chico -
- Bien... ¿y la reliquía, la tenéis?... -

El chico dio otro paso al frente, no muy cerca de los perros, y extrajo bajo su túnica negra una esfera metálica con orificios profundos y deformes. Lady Catte se inclinó para verlo más de cerca, y sonrió bajo su máscara.

- El incendio distrajo a todos los habitantes, y pudimos coger la reliquia de la Taberna del Dragón -
- Muy bien hecho - Lady Catte dirigió la mirada a la otra - Sarah, tengo una tarea para ti... -
- A vuestras órdenes, Lady Catte... -








martes, 21 de agosto de 2012

Capítulo 2


2

<< La ceremonia de la Decisión >>


Oscuridad. Ni una gota de luz tras traspasar El Portal. Paul se encontraba flotando en medio de la oscuridad junto a Andrew, el joven de la aldea Loja. Cuando ambos recuperaron el conocimiento, se miraron, y la oscuridad comenzó a convertirse en un gran océano en donde podían los dos respirar bajo el agua, lo cual más extraño para ellos. Andrew señaló la superficie, y Paul asintió, le entendió. Nadaron lo más rápido posible hasta la superficie, pero cada vez que estaban más cerca, más se alejaba su destino. Entonces Paul pensó, que si se acercaban hacia arriba, más se alejaba, ¿por qué no ir hacia abajo?. Paul se lo explico a Andrew a través de señas. Los dos no muy seguros se agarraron las manos y se sumergieron más al fondo del océano. Cuanto más se sumergían, más podían ver su reflejo en el fondo. ¿Había un espejo?, no, pensó Paul cuando más se acercaban y veía su reflejo más claro. Cuando llegaron al límite del fondo del océano, ambos tocaron la palma de su reflejo, y de repente, como si alguien les diese un tirón, atravesaron su reflejo de golpe, y aparecieron en una pequeña fuente cuadriculada. Paul miró el reflejo del agua de la fuente en donde se encontraban, y vio el océano en donde apareció con Andrew.

- ¿Donde estamos? - pregunto Andrew saliendo de la fuente - ¿En El Gran Templo...? -
- No tiene pinta de ser El Gran Templo... -

Paul se paseó por la estancia. Estaban en una sala cuadriculada, con baldosas de un tono azul y grabados de animales marinos, incluyendo un gran dragón que representaba a Cristal, la diosa de la energía del Agua. En un extremo de la habitación, había una gran puerta con dos grabados de dos dragones mirando el picaporte de la puerta. Paul posó ambas manos en los picaportes, y los ojos de los dragones se prendieron de golpe. Paul se separó y miró a Andrew desconcertado. Los ojos volvieron a apagarse, y Andrew empujo a Paul para que las volviera a tocar. Paul hizo lo mismo pero sin soltar el picaporte, más bien empujando ambas puertas. Una ráfaga de aire salió expulsado de la puerta y cubrió a ambos jóvenes. Ante ellos se revelaron unas escaleras que iban directos a una planta superior. Andrew decidió ir primero y Paul detrás. Subieron las escaleras poco a poco, y la puerta de la habitación se cerró a sus espaldas. Continuaron hacia adelante, y accedieron a un gran vestíbulo donde relucía varias fuentes que expulsaba un agua cristalina. Aparte de las fuentes, se hallaba una escultura gigantesca de un dragón, donde pequeñas criaturas le adoraba. 

- Espíritus del Agua - dijo Andrew asombrado - ¡Son espíritus del agua! - exclamo con una sonrisa - ¡He oído hablar de estas criaturas, siempre se ocultan del mundo exterior! -
- ¿Espíritus del Agua?, osea, la fuente de poder del dragón Cristal - Andrew asintió - ¿Y que pinta esas criaturas aquí, o mejor dicho, que pintamos nosotros aquí? -
- Pues porque es parte de la ceremonia - dijo una extraña voz -

Detrás de ellos apareció una chica acompañada de un Espíritu del Agua. 

- ¿Ceremonia? - pregunto Paul - 
- Esto forma parte de El Portal... - explico la chica - Si queréis llegar Al Gran Templo, tendréis que superar la prueba, obtener vuestra fuente de poder... y directamente llegaréis Al Gran Templo -
- ¿Y cómo sabes tanto? - pregunto Andrew -
- Más bien porque se donde me he metido. Hasta luego, chicos -

La chica acarició a su Espíritu de Agua y desapareció en una corriente de agua.

- ¿Ceremonia? - Paul miro a Andrew en busca de una respuesta, pero no la obtuvo - ¿Que hacemos? -
- Ni idea... - dijo, mientras miraba con atención a los Espíritus del Agua - Pero esa chica tenía una de esas criaturas, igual si tomamos una, llegamos Al Gran Templo, ¿no? -

Pero antes de que le dijese algo, Paul ya se estaba encaminando hacia la estatua del dragón Cristal, donde los espíritus revoloteaban como peces en el agua. Eran pequeñas serpientes creadas por agua, pero con alas como las de un dragón. Paul se quedo frente a ellas, en posición de cazar una con sus propias manos. Frente a él tenía a dos, y de un cerrar de ojos, se lanzó hacia uno y lo agarró de las dos alas. Andrew pegó un grito ahogador al pensar que el espíritu le atacase, pero no. El espíritu se recostó en su brazo y se enroscó. Le apretó el brazo, tanto hasta tomar un color rojizo. A Paul se le escapó alguna lágrima de dolor, pero el espíritu desapareció... más bien se convirtió en una pequeña lágrima negra tatuado en su hombro.

- ¿Que ha pasado? - pregunto él mientras se tocaba el tatuaje - ¿Y el espíritu? -
- Dentro de ti - contestó Andrew - Jeje, ahora me toca ami - 

Andrew se acercó a la estatua, y los espíritus, por extraña razones, pararon de adorar a la estatua y la rodearon como si lo quisieran proteger de una amenaza. Andrew extendió sus manos a tomar uno de los espíritus, y notó cómo si un espejo irrumpiera entre ellos. Retrocedió, y vio que de sus manos emanaba un extraño humo. De repente, observó como su mano comenzaba a arder poco a poco sin explicación alguna.

- Fuego... - se percató Paul - Eso es imposible... deberías ser Agua... ¿de donde eres? -
- Aldea Loja... -
- Eso está cerca de la ciudad... ¿y no controlas el agua? -
- Si, pero... -

De repente algo distrajo la atención de Andrew. Un espíritu se acercó a él. Era diferente a los demás por su ala rota. Se enganchó en la pierna del muchacho hasta desaparecer por completo. Andrew se remangó el pantalón y vio el tatuaje en su tobillo. Igual que la de Paul, pero de dos colores. Negro y blanco el tatuaje.

- ¿Ya? - pregunto Paul - 
- Si, creo que si... ¿y ahora qué? -
- No lo se... quizás tocando aquí... -

Paul tocó con el dedo índice el tatuaje, y como la chica de hace unos minutos, desapareció en una ráfaga de agua. Andrew siguió los mismos procedimientos, pero escuchó unos pasos al fondo del vestíbulo. Una chica pelirroja le miraba. Su corazón dio un vuelco al reconocer esos cabellos que jamás olvidaría por nada del mundo, y esa mirada prendida en llamas vivas y chispeantes. Comenzó a caminar hacia él con las manos prendidas de llamas, y Andrew tocó al instante el tatuaje.



El Gran Templo. Un lugar donde las cuatro fuentes de poder se concentran en el centro del universo, y en donde acoge a más de doscientos Domadores de Espíritus y aspirantes a ellos. El lugar lo llevaban los cuatro Oráculos, tres hombres y una mujer que guardaban el origen del poder en su interior. Eran como los antiguos dioses dragones. Cada uno controlaba un elemento a la perfección, y eran, por así llamarlos, Los Señores de los Espíritus, un cargo más alto que el de un Domador. El Gran Templo estaba bien formado, entre un grandioso jardín con una gran fortaleza en donde los aspirantes se formarían en grandes domadores. En estos momentos, el Gran Jardín, estaba llenándose de jóvenes chicos y chicas de todos los rincones del universo; entre ellos Paul y Andrew, que tras superar la prueba, pasaron la ceremonia. En el Gran Jardín, el Primer Oráculo les dio la bienvenida a todos.

- ¡Jóvenes aspirantes!, habéis superado la prueba de El Portal, y ahora ha llegado la hora de que conozcáis vuestro nuevo hogar... - hubo un silencio entre todos - ¡Bienvenidos Al Gran Templo!, vuestro nuevo hogar durante vuestra formación como Domadores... -
- Siempre con la misma charla ¿eh? - salto una mujer a sus espaldas, que lucía un conjunto gótico que relucía a los rayos del sol - Disculpad al querido Primer Oráculo, siempre habla de más - le dijo lanzándose una mirada furtiva - ¡Soy la Segunda Oráculo!, aunque podéis llamarme Gee, La Señora del Espíritu del Aire - se presentó - Espero que todos vosotros no penséis que estaréis metidos en la fortaleza durante un año entero - rió - En el Gran Jardín, hay una gran puerta de cristal que está abierta todos los días, pero a  partir de la noche se cierra. Osea se, podéis ir al pequeño pueblo de Domadores que se encuentra bajando el acantilado tras la puerta - explicó - ¿Alguna pregunta? - 

Los aspirantes se miraron, esperando si alguien daba un paso al frente para hablar; y solo una persona dio un paso, frente al Primer Oráculo y Gee. Era aquella chica que Paul y Andrew vieron antes, y la última en atravesar El Portal en Ciudad de Buja. Ginnevra. 

- Yo tengo una pregunta... - carraspeó, mirando fijamente al Primer Oráculo - 

Ambos Oráculos se miraron, y El Primer Oráculo dio un paso hacia ella.

- No quiero que halla problemas, Ginnevra. - le dijo seriamente - ¿Te puedo hacer yo antes una pregunta? -
- Oh, dime Primer Oráculo... - dijo con retintín -
- ¿Que haces aquí, si no te queda nada en este sitio? - sonrió -

Gee agachó la mirada y Ginnevra se entristeció por un momento. Agachó la cabeza pero en breve la levantó, clavando sus ojos en las de él.

- Lo mismo puedo decir - Se dio la media vuelta y regresó con los demás aspirantes -

Hubo un silencio incómodo en el Gran Jardín. La actitud de El Primer Oráculo con Ginnevra era bastante desconcertante, aunque había algo entre ellos que les enlazaba a través del odio y la furia. Nadie quiso decir nada al respecto, ni siquiera preguntar que pasaba. Algunos intercambiaban algunas palabras por lo que vieron, no entendían nada de lo que vieron, pero decidieron quedarse con la pregunta y continuar. El Primer Oráculo les guió por todo el Gran Jardín, donde todo tipo de vegetación crecía, y un pequeño lago se encontraba rodeado de rosas negras, algo muy singular en la zona. Al ser de noche aún, la luna se reflejaba en el lago. Continuaron hacia la entrada de El Gran Templo, y accedieron al vestíbulo, una estancia circular con un montón de accesos a varias zonas. Desde escaleras, puertas... El Primer Oráculo atravesó una gran puerta rústica que llevaba a un comedor con varias mesas para los aspirantes. Todos entraron ordenadamente y tomaron asiento según las indicaciones de éste; y dio comienzo la gran cena de bienvenida.

- En la Aldea Loja no tenía tanta comida - comento Andrew con un muslo de pollo en sus manos - ¡Esta riquísimo! -
- ¡Jajajaja! ¿en serio?, ¿pero en esa aldea que coméis entonces? -
- Fruta, ¿no? - Ginnevra, la chica de antes, se sentó frente a ellos con un plato repleto de comida - He estado ahí un día, sois todos muy amables - dijo -
- Hola... - Andrew bajo la mirada y asintió - Solo fruta y pescado...  -
- Ya decía yo... - Ginnevra chascó la lengua y miro a Paul - ¡Uhm!, ¿vosotros no sois los chicos de la ceremonia? - ambos asintieron -
- Y tu la que nos dio el consejo ¿eh? - salto Paul - ¿A que te referías lo que nos dijiste antes?, que tu sabes donde te has metido... -
- Ah, eso... - Ginnevra bajo la mirada - Por qué ya he estado aquí antes, hace tiempo - 

Andrew miró a Paul.

- Eso es relativamente imposible, solo los de dieciséis años pueden entrar, y solo una vez en su vida -
- Bueno, mas de dos veces he estado aquí - vaciló, y miró el muslo de pollo del plato de Paul - ¿Te lo piensas comer? - 


sábado, 18 de agosto de 2012

Capítulo 1

1

<< El Portal >>


Ciudad de Buja, la gran ciudad en donde la energía de Cristal descansa bajo ella, es la capital de la gran Península de Cristal. Cada habitante, la mayoría pescadores por tener un gran embarcadero al este de la ciudad, son Domadores de Espíritu del Agua, sea así, que controlan el elemento del agua. Hoy, la Ciudad de Buja está de celebración, el Portal será abierto. Si. Un gran arco situado en el centro de la ciudad que solo una vez al año se llena de energía para que funcionen, ya que al atravesar el Portal, se puede llegar al lugar de donde los Domadores de Espíritus se forman. El Gran Templo. Una estructura medieval en donde jóvenes de dieciséis años van para convertirse en Domadores bajo las enseñanzas de los cuatro Oráculos. Hoy, uno de los Oráculos ha llegado a Ciudad de Buja, en la gran plaza del arco para dar el discurso que da cada año a los habitantes de la ciudad.

- ¡Muchas gracias a todos por recibirme con tales glorias a vuestra querida ciudad!, hoy es el día, en donde dejaréis atrás la infancia, para convertiros en grandes y fuertes domadores para el país. Esta noche, el Portal se abrirá... - tomo una pausa. Sus manos sudaban, y miro a todas las familias que rodeaban el arco para escucharle - ...y un nuevo destino comenzará para muchos de vosotros -

El Oráculo guardo silencio y la gran plaza quedo en un completo silencio. En cuestión de varios segundos, la plaza se inundo de aplausos y silbidos. El Oráculo hizo una reverencia, y aireando su brazo, desapareció en un torrente de burbujas centelleantes. De fondo, la música y la fiesta dio comienzo.

- Ha sido fantástico, ¿no crees Paul? -
- Se podría decir que se repite mucho el Oráculo - farfullo - 
- Te noto nervioso por esta noche cariño... - le dice su madre rodeándolo con su brazo -
- Puede... ya sabes, irme un año sin poder ver a Lucy ni a ti, madre -

Su madre sonrió y le apretujo contra su cuerpo mientras de su rostro brillaba una gran sonrisa. Esta noche Paul deberá abandonar a su familia durante un año entero hasta convertirse en Domador de Espíritu, y así ser como su padre fue en un pasado. Un gran hombre. Madre e hijo abandonaron poco a poco la gran plaza y tomaron una de las bocacalles que llevaban todos a un mismo lugar; el Acantilado de Buja, donde es reconocible la gran cascada que cae desde el cielo, ya que detrás se encuentra el límite de la Ciudad de Buja. Más allá de la ciudad, se encuentra pequeños pueblos nómadas y la gran vegetación de la península que según muchos, era peligroso salir de la ciudad sin ningún domador. Paul y su madre siempre tomaban el mismo camino hacia la playa; por el acantilado, donde una gran puerta de plata daba la bienvenida a la ciudad, siguiendo todo recto, pasando de largo la cascada, comenzaba unas escaleras hechas a mano, que descendían hacia una pequeña costa donde había varios yacimientos. Allí vivía Paul junto a su madre y su hermana tras la muerte de su padre. Es un hogar modesto y rústico, de dos plantas, aunque solo usen la primera para todo. Baño, cocina, salón y un pequeño cuarto donde duerme Lucy con su madre, en cambio en la segunda planta es de Paul, donde tenía sus cosas y las de su difunto padre. En su cuarto guardaba un arma que usó su padre el día que murió; una especie de daga que brillaba en la oscuridad como si fuese un faro en medio del océano. Paul la cogió, la envolvió en una de sus camisas y la metió en el baúl que llevará al Gran Templo.

- ¿Se puede? - pregunto Lucy desde el umbral de la puerta - ¿Que haces, ya el baúl? -
- Claro, la noche está cerca... - respondió. Miro a su hermana, y vio que había llorado antes porque sus ojos brillaban como nunca - Tranquila, sabes que volveré ¿no? -
- Si... hasta el año que viene... -
- O antes... - musito - Si me destinan a hacer alguna tarea en Ciudad de Buja, no dudes que vendré a visitaros eh -

No obtuvo respuesta, simplemente una sonrisa de ella.


Al norte de Ciudad Buja, entre los bosques y las montañas perfiladas, una pequeña aldea despertaba de su largo sueño. Hoy la aldea Loja iba a despedirse del único joven de dieciséis años que quedaba. Aquella aldea, en un pasado, todos los jóvenes marchaban al Gran Templo y jamás volvían, y todos ahora temían de que el último joven tomara el mismo camino.

- Andrew... por favor... -
- Debo irme, abuelo - le dijo - Y cuando termine mi formación, vendré -
- Lo mismo dijeron tus hermanos... - mascullo - 

Andrew apartó la mirada de su abuelo y miro al frente, donde los aldeanos se abrazaban entre ellos mientras le veía caminar hacia la salida. Arrastraba su mochila por el arenoso suelo. Miro atrás, pero la muchedumbre no dejo ver a su abuelo. Una de las señoras que conocía a Andrew y a su familia desde hace mucho, y que estuvo en los malos momentos, se acercó y le agarró las manos con fuerza.

- Pequeño Andrew, ten mucho cuidado... -
- Cuidado... ¿de qué? -
- El fuego.. - le susurró al oído -

Un escalofrío le recorrió el cuerpo, y se alejo de la señora con brusquedad. El fuego era el elemento que más temen en la aldea Loja, ya que en un pasado atrás, varios Domadores de Espíritu de Fuego atacaron a la aldea, secuestrando así a los infantes; por eso temen el fuego o que alguno de los jóvenes que parten, elijan las llamas.

- Adiós - 


La gran luna iluminó por completo la península Cristal, y la gran plaza estaba abarrotada. Era la hora. Bajo el arco, o más bien, bajo El Portal, el Oráculo aguardaba a la gran fila de jóvenes para marchar al Gran Templo. De uno en uno, el Oráculo nombraba a los aspirantes a Domadores, y daban un paso hacia el arco. Paul ya se encontraba entre los demás, y Andrew, que compartiría casi el mismo destino que él, estaba detrás nervioso. Era el único de aldea Loja, ya que la mayoría era de la misma ciudad. 

- ¡Llego la hora! - alzo el Oráculo su voz - ¡Ábrete, por el poder de Cristal! -

El Oráculo alzo sus manos donde relucía una pequeña gota de cristal que emanaba una luz azul parpadeante. Un chorro de luz salió al cielo, y bañó el gran arco. Poco a poco el arco comenzó a brillar, y como una capa de cristal, El Portal se prendió. Todos exclamaron sorpresa al ver El Gran Templo reflejado en el arco.

- ¡Es hora de partid, jóvenes aspirantes! -

Y en un oleaje de aplausos, cada uno atravesó el Portal, y Paul, antes de atravesad, miro a su madre y a su hermana entre el público, quién con su mirada le daba la aprobación de continuar. Paul sonrió, y siguió hacia adelante entrando en El Portal...

- ¡Esperad! - exclamo una voz entre el público - 

Una joven de la misma edad que el resto de los jóvenes, apartó a todos del medio y consiguió llegar a pocos metros del arco. El Oráculo la miró incrédulo, y se interpuso en su camino, pero ella, con su veloz paso, esquivó al Oráculo por un segundo, pero la agarró del brazo.

- ¿Quién eres, adonde crees que vas? -
- Ginnevra - dijo seriamente, mientras le miraba a sus ojos -
- ... Pasa - 



viernes, 17 de agosto de 2012

Prologo: Los cuatro Dragones


>>Los cuatro Dragones<<


Un universo donde la luz y la oscuridad no existían hasta que llegaron.




Cuatro estrellas en el firmamento dio a conocer el llamado Nacimiento del universo. Cuatro estrellas con gran vida, hizo eclosionar a cuatro hermosas criaturas aladas. Cuatro dioses, cuatro elementos, cuatro salvadores. El primer dios en aparecer fue Elyon, una serpiente alada cuya piel, cubierta de delicadas escamas, le cubría una bruma grisácea que le concedía dar la energía del aire. Tras el descenso de Elyon de la estrella, apareció el segundo dios; Cristal. Una gran serpiente más corpulenta que la primera y con unas finas alas para tener más rapidez bajo el agua. El tercer dios en aparecer, explotó en mil llamas al eclosionar su estrella. Pyres alzó el vuelo cubierto en fuertes llamas, e iluminó todo el cielo de aquel universo. Por finalizar, la última estrella no eclosiono, sino que cayo directamente al centro del universo creando un gran cráter. De ahí, el último dragón emergió entre las rocas luciendo una hermosa armadura pétrea. Su nombre; Tríad


Durante muchos años, los cuatro dragones sobrevolaban el universo, creando así la vida y la muerte bajo sus alas. Elyon, quién controlaba el aire, quedó suspendido en el aire y creó la Gran Torre de Elyon, el lugar donde los humanos vivirían bajo su poder. Tras la creación de la torre, Cristal descendió de los cielos y se sumergió en el interior del gran océano. Allí, creó una pequeña isla en donde el dragón descansaría eternamente. Sobre el dragón, una pequeña isla se creo a partir de su energía. Llamada la Península Cristal.  El dragón Pyres, celoso de las acciones de los dos dragones, decidió crear un continente en donde él podría gobernar y aislarse de los demás. Pyres creo una gran muralla por todo el continente, llamado así el Continente de Laias. Por último, el dragón Tríad, al ver que cada uno de sus hermanos creaba su propio territorio, él tomó el cráter de donde cayo, y creo el llamado Páramo de Tríaser, para así estar escondido de sus hermanos. Desde ese instante, los cuatro dragones crearon el universo. El universo de Seriha.