Espíritus del Agua

martes, 21 de agosto de 2012

Capítulo 2


2

<< La ceremonia de la Decisión >>


Oscuridad. Ni una gota de luz tras traspasar El Portal. Paul se encontraba flotando en medio de la oscuridad junto a Andrew, el joven de la aldea Loja. Cuando ambos recuperaron el conocimiento, se miraron, y la oscuridad comenzó a convertirse en un gran océano en donde podían los dos respirar bajo el agua, lo cual más extraño para ellos. Andrew señaló la superficie, y Paul asintió, le entendió. Nadaron lo más rápido posible hasta la superficie, pero cada vez que estaban más cerca, más se alejaba su destino. Entonces Paul pensó, que si se acercaban hacia arriba, más se alejaba, ¿por qué no ir hacia abajo?. Paul se lo explico a Andrew a través de señas. Los dos no muy seguros se agarraron las manos y se sumergieron más al fondo del océano. Cuanto más se sumergían, más podían ver su reflejo en el fondo. ¿Había un espejo?, no, pensó Paul cuando más se acercaban y veía su reflejo más claro. Cuando llegaron al límite del fondo del océano, ambos tocaron la palma de su reflejo, y de repente, como si alguien les diese un tirón, atravesaron su reflejo de golpe, y aparecieron en una pequeña fuente cuadriculada. Paul miró el reflejo del agua de la fuente en donde se encontraban, y vio el océano en donde apareció con Andrew.

- ¿Donde estamos? - pregunto Andrew saliendo de la fuente - ¿En El Gran Templo...? -
- No tiene pinta de ser El Gran Templo... -

Paul se paseó por la estancia. Estaban en una sala cuadriculada, con baldosas de un tono azul y grabados de animales marinos, incluyendo un gran dragón que representaba a Cristal, la diosa de la energía del Agua. En un extremo de la habitación, había una gran puerta con dos grabados de dos dragones mirando el picaporte de la puerta. Paul posó ambas manos en los picaportes, y los ojos de los dragones se prendieron de golpe. Paul se separó y miró a Andrew desconcertado. Los ojos volvieron a apagarse, y Andrew empujo a Paul para que las volviera a tocar. Paul hizo lo mismo pero sin soltar el picaporte, más bien empujando ambas puertas. Una ráfaga de aire salió expulsado de la puerta y cubrió a ambos jóvenes. Ante ellos se revelaron unas escaleras que iban directos a una planta superior. Andrew decidió ir primero y Paul detrás. Subieron las escaleras poco a poco, y la puerta de la habitación se cerró a sus espaldas. Continuaron hacia adelante, y accedieron a un gran vestíbulo donde relucía varias fuentes que expulsaba un agua cristalina. Aparte de las fuentes, se hallaba una escultura gigantesca de un dragón, donde pequeñas criaturas le adoraba. 

- Espíritus del Agua - dijo Andrew asombrado - ¡Son espíritus del agua! - exclamo con una sonrisa - ¡He oído hablar de estas criaturas, siempre se ocultan del mundo exterior! -
- ¿Espíritus del Agua?, osea, la fuente de poder del dragón Cristal - Andrew asintió - ¿Y que pinta esas criaturas aquí, o mejor dicho, que pintamos nosotros aquí? -
- Pues porque es parte de la ceremonia - dijo una extraña voz -

Detrás de ellos apareció una chica acompañada de un Espíritu del Agua. 

- ¿Ceremonia? - pregunto Paul - 
- Esto forma parte de El Portal... - explico la chica - Si queréis llegar Al Gran Templo, tendréis que superar la prueba, obtener vuestra fuente de poder... y directamente llegaréis Al Gran Templo -
- ¿Y cómo sabes tanto? - pregunto Andrew -
- Más bien porque se donde me he metido. Hasta luego, chicos -

La chica acarició a su Espíritu de Agua y desapareció en una corriente de agua.

- ¿Ceremonia? - Paul miro a Andrew en busca de una respuesta, pero no la obtuvo - ¿Que hacemos? -
- Ni idea... - dijo, mientras miraba con atención a los Espíritus del Agua - Pero esa chica tenía una de esas criaturas, igual si tomamos una, llegamos Al Gran Templo, ¿no? -

Pero antes de que le dijese algo, Paul ya se estaba encaminando hacia la estatua del dragón Cristal, donde los espíritus revoloteaban como peces en el agua. Eran pequeñas serpientes creadas por agua, pero con alas como las de un dragón. Paul se quedo frente a ellas, en posición de cazar una con sus propias manos. Frente a él tenía a dos, y de un cerrar de ojos, se lanzó hacia uno y lo agarró de las dos alas. Andrew pegó un grito ahogador al pensar que el espíritu le atacase, pero no. El espíritu se recostó en su brazo y se enroscó. Le apretó el brazo, tanto hasta tomar un color rojizo. A Paul se le escapó alguna lágrima de dolor, pero el espíritu desapareció... más bien se convirtió en una pequeña lágrima negra tatuado en su hombro.

- ¿Que ha pasado? - pregunto él mientras se tocaba el tatuaje - ¿Y el espíritu? -
- Dentro de ti - contestó Andrew - Jeje, ahora me toca ami - 

Andrew se acercó a la estatua, y los espíritus, por extraña razones, pararon de adorar a la estatua y la rodearon como si lo quisieran proteger de una amenaza. Andrew extendió sus manos a tomar uno de los espíritus, y notó cómo si un espejo irrumpiera entre ellos. Retrocedió, y vio que de sus manos emanaba un extraño humo. De repente, observó como su mano comenzaba a arder poco a poco sin explicación alguna.

- Fuego... - se percató Paul - Eso es imposible... deberías ser Agua... ¿de donde eres? -
- Aldea Loja... -
- Eso está cerca de la ciudad... ¿y no controlas el agua? -
- Si, pero... -

De repente algo distrajo la atención de Andrew. Un espíritu se acercó a él. Era diferente a los demás por su ala rota. Se enganchó en la pierna del muchacho hasta desaparecer por completo. Andrew se remangó el pantalón y vio el tatuaje en su tobillo. Igual que la de Paul, pero de dos colores. Negro y blanco el tatuaje.

- ¿Ya? - pregunto Paul - 
- Si, creo que si... ¿y ahora qué? -
- No lo se... quizás tocando aquí... -

Paul tocó con el dedo índice el tatuaje, y como la chica de hace unos minutos, desapareció en una ráfaga de agua. Andrew siguió los mismos procedimientos, pero escuchó unos pasos al fondo del vestíbulo. Una chica pelirroja le miraba. Su corazón dio un vuelco al reconocer esos cabellos que jamás olvidaría por nada del mundo, y esa mirada prendida en llamas vivas y chispeantes. Comenzó a caminar hacia él con las manos prendidas de llamas, y Andrew tocó al instante el tatuaje.



El Gran Templo. Un lugar donde las cuatro fuentes de poder se concentran en el centro del universo, y en donde acoge a más de doscientos Domadores de Espíritus y aspirantes a ellos. El lugar lo llevaban los cuatro Oráculos, tres hombres y una mujer que guardaban el origen del poder en su interior. Eran como los antiguos dioses dragones. Cada uno controlaba un elemento a la perfección, y eran, por así llamarlos, Los Señores de los Espíritus, un cargo más alto que el de un Domador. El Gran Templo estaba bien formado, entre un grandioso jardín con una gran fortaleza en donde los aspirantes se formarían en grandes domadores. En estos momentos, el Gran Jardín, estaba llenándose de jóvenes chicos y chicas de todos los rincones del universo; entre ellos Paul y Andrew, que tras superar la prueba, pasaron la ceremonia. En el Gran Jardín, el Primer Oráculo les dio la bienvenida a todos.

- ¡Jóvenes aspirantes!, habéis superado la prueba de El Portal, y ahora ha llegado la hora de que conozcáis vuestro nuevo hogar... - hubo un silencio entre todos - ¡Bienvenidos Al Gran Templo!, vuestro nuevo hogar durante vuestra formación como Domadores... -
- Siempre con la misma charla ¿eh? - salto una mujer a sus espaldas, que lucía un conjunto gótico que relucía a los rayos del sol - Disculpad al querido Primer Oráculo, siempre habla de más - le dijo lanzándose una mirada furtiva - ¡Soy la Segunda Oráculo!, aunque podéis llamarme Gee, La Señora del Espíritu del Aire - se presentó - Espero que todos vosotros no penséis que estaréis metidos en la fortaleza durante un año entero - rió - En el Gran Jardín, hay una gran puerta de cristal que está abierta todos los días, pero a  partir de la noche se cierra. Osea se, podéis ir al pequeño pueblo de Domadores que se encuentra bajando el acantilado tras la puerta - explicó - ¿Alguna pregunta? - 

Los aspirantes se miraron, esperando si alguien daba un paso al frente para hablar; y solo una persona dio un paso, frente al Primer Oráculo y Gee. Era aquella chica que Paul y Andrew vieron antes, y la última en atravesar El Portal en Ciudad de Buja. Ginnevra. 

- Yo tengo una pregunta... - carraspeó, mirando fijamente al Primer Oráculo - 

Ambos Oráculos se miraron, y El Primer Oráculo dio un paso hacia ella.

- No quiero que halla problemas, Ginnevra. - le dijo seriamente - ¿Te puedo hacer yo antes una pregunta? -
- Oh, dime Primer Oráculo... - dijo con retintín -
- ¿Que haces aquí, si no te queda nada en este sitio? - sonrió -

Gee agachó la mirada y Ginnevra se entristeció por un momento. Agachó la cabeza pero en breve la levantó, clavando sus ojos en las de él.

- Lo mismo puedo decir - Se dio la media vuelta y regresó con los demás aspirantes -

Hubo un silencio incómodo en el Gran Jardín. La actitud de El Primer Oráculo con Ginnevra era bastante desconcertante, aunque había algo entre ellos que les enlazaba a través del odio y la furia. Nadie quiso decir nada al respecto, ni siquiera preguntar que pasaba. Algunos intercambiaban algunas palabras por lo que vieron, no entendían nada de lo que vieron, pero decidieron quedarse con la pregunta y continuar. El Primer Oráculo les guió por todo el Gran Jardín, donde todo tipo de vegetación crecía, y un pequeño lago se encontraba rodeado de rosas negras, algo muy singular en la zona. Al ser de noche aún, la luna se reflejaba en el lago. Continuaron hacia la entrada de El Gran Templo, y accedieron al vestíbulo, una estancia circular con un montón de accesos a varias zonas. Desde escaleras, puertas... El Primer Oráculo atravesó una gran puerta rústica que llevaba a un comedor con varias mesas para los aspirantes. Todos entraron ordenadamente y tomaron asiento según las indicaciones de éste; y dio comienzo la gran cena de bienvenida.

- En la Aldea Loja no tenía tanta comida - comento Andrew con un muslo de pollo en sus manos - ¡Esta riquísimo! -
- ¡Jajajaja! ¿en serio?, ¿pero en esa aldea que coméis entonces? -
- Fruta, ¿no? - Ginnevra, la chica de antes, se sentó frente a ellos con un plato repleto de comida - He estado ahí un día, sois todos muy amables - dijo -
- Hola... - Andrew bajo la mirada y asintió - Solo fruta y pescado...  -
- Ya decía yo... - Ginnevra chascó la lengua y miro a Paul - ¡Uhm!, ¿vosotros no sois los chicos de la ceremonia? - ambos asintieron -
- Y tu la que nos dio el consejo ¿eh? - salto Paul - ¿A que te referías lo que nos dijiste antes?, que tu sabes donde te has metido... -
- Ah, eso... - Ginnevra bajo la mirada - Por qué ya he estado aquí antes, hace tiempo - 

Andrew miró a Paul.

- Eso es relativamente imposible, solo los de dieciséis años pueden entrar, y solo una vez en su vida -
- Bueno, mas de dos veces he estado aquí - vaciló, y miró el muslo de pollo del plato de Paul - ¿Te lo piensas comer? - 


2 comentarios:

  1. *o* Guau me has dejado sin palabras. Tengo ganas de averiguar quien es Ginnevra *o*
    La leyenda.

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  2. Hola! :)
    He leído lo que tienes publicado y tiene muy buena pinta. Estoy deseando continuar leyendo para saber más sobre el Gran Templo y sobre porque Ginevra ya ha estado. ¡Te sigo! Me pasaré cuando subas más.
    Besos.

    PD: Te espero en mis blogs. ;)
    Sollozos En Mitad Del Bosque
    Pensamientos De Adolescencia

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